Dr. Alexander Wilde

DR. ALEXANDER WILDE
Ex vicepresidente de la Fundación Ford

13 de mayo de 2020

Honorable Consejo

Instituto Nacional de los Derechos Humanos

Santiago

Estimadas y estimados integrantes del Jurado:

Por esta carta quiero aportar mi firme respaldo a la candidatura de Roberto Garretón Merino para el Premio Nacional de Derechos Humanos 2020, por las contribuciones variadas y excepcionales que su trayectoria profesional evidencia en el ámbito tanto chileno como internacional: Roberto Garretón ha sido uno de los latinoamericanos cuyo rol fue clave en la construcción del moderno sistema internacional de derechos humanos a la vez que fue una presencia activa e importante en el quehacer nacional, primero durante la dictadura y luego en la larga transición hacia una democracia fundada en estos derechos.

Conocí a Chile por primera vez en el invierno de 1974, siendo joven profesor de la Universidad de Wisconsin. Lo que yo vi en ese entonces me convenció de que la defensa de los derechos humanos era una responsabilidad ineludible — y podría convertirse en una verdadera fuerza al servicio de gente e instituciones. De allí el vínculo que me une a Chile hasta el día de hoy, desde mi primer contacto con la Vicaría de la Solidaridad en 1978 y luego asumir la dirección de WOLA en 1987, hasta cuando fui oficial de la Fundación Ford de 1993 a 2004.

Conocí a Roberto Garretón durante la difícil transición a la democracia que empezó en 1990, en los años en que yo era residente en Chile, primero al desempeñarme de director de la Ford en temas de derechos humanos, y más adelante, siendo investigador asociado del Programa “Memoria y Derechos Humanos” de la Universidad Alberto Hurtado. Es así como durante más de una década de residencia, tuve el gran privilegio de conocer a —y trabajar con —muchos de los grandes defensores de derechos humanos latinoamericanos. Entre ello/as, Roberto destacaba por un profundo compromiso con el derecho en todo su rigor técnico a la vez que su pasión en buscar justicia de la forma más concreta que sea, cuando se trataba de defender a las personas cuyos derechos fundamentales habían sido vulnerados.

Puedo atestiguar personalmente la influencia ejercida por Roberto Garretón en la formación de defensores de derechos humanos en otros países latinoamericanos, por ejemplo, en el Perú, Colombia y Guatemala. Organismos de los más destacados le invitaron para que enseñara a jueces, fiscales y abogados los principios e instituciones del derecho internacional e interamericano. Recuerdo el gran aprecio que le tenían, por ejemplo, la Comisión Andina de Juristas y su sección Colombiana, así como el Instituto Interamericano de Derechos Humanos.

Roberto entendía la profunda deuda moral en que habían quedado las instituciones del Estado y la justicia en particular con la gente. Llevado a cabo en un espíritu a la vez realista e idealista, su trabajo siempre apuntó en promover nuevos mecanismos de protección con tal de que tuviesen efectos concretos.

En Chile me impresionó su rol en la Mesa de Diálogo. Roberto entendía la Mesa como una instancia dónde chilenos y chilenas de distintos sectores y entornos pudieran hablar directamente de los derechos humanos y su violación durante la dictadura. La “desaparición” de miles de personas en ese período demandaba el reconocimiento de lo que realmente había pasado — era una deuda moral con sus familiares y una exigencia de justicia. En su decisión de participar en la Mesa Roberto fue consecuente: aun cuando fuera sin ilusiones, quiso ser fiel a su compromiso con la búsqueda de la verdad y no vaciló en tomar riesgos. A fin de cuentas, la Mesa resultó ser una gran decepción ya que trajo resultados escuetos. Sin embargo, vista en el complejo panorama del período, las Mesa representó a mi juicio una etapa importante en el camino chileno hacia la verdad y la justicia, aún cuando faltara mucho por recorrer como bien lo entendemos todos.

En las grandes incertidumbres que se viven hoy, Roberto Garretón reúne unas calidades que me parecen idóneas para el Premio Nacional de Derechos Humanos 2020. Su larga trayectoria profesional ejemplifica la importancia de vincular una sociedad civil vivaz con las instituciones nacionales e internacionales. Demuestra también un compromiso de toda la vida con la causa de los derechos humanos — en tanto principios y por las personas que protegen. Es un hombre íntegro, de una honradez conocida de todos los sectores de la sociedad chilena. Es a la vez una persona que, en Chile y el mundo, ha hablado con gente poderosa sin temor ni espera de un trato de favor. Lo hizo en el marco de sus responsabilidades en la Vicaría de la Solidaridad en la época en que los chilenos vencieron el miedo sembrado sistemáticamente por la dictadura y recuperaron su voz y su dignidad. Y ha seguido haciéndolo cuando se tratara de construir una democracia chilena más merecedora de la confianza de sus ciudadanos.

Attentamente,

Dr. Alexander Wilde

Research Scholar in Residence